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Esto puede corrobarse a partir de la observación de la actitud que sostienen los padres de los alumnos en la asistencia a las reuniones de apoderados u otras actividades complementarias a la jornada de clases, ya sean de carácter cultural, deportivo, artístico, entretención, entre muchas otras que se realizan periódicamente en los centros educativos. Es común ver y escuchar comentarios de padres que llevan a sus hijos a jardines infantiles y escuelas esperando que al regresar por ellos en las tardes, hayan sido formados...¿no es acaso esta una responsabilidad que debe ser compartida entre la familia y la escuela?
¿Por qué los padres se involucran cada vez menos en la educación escolar de sus hijos?
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http://www.youtube.com/watch?v=m4JN7PbBrqg&feature=related
Las

Las jornadas laborales de los padres son extensas, en algunos lugares de trabajo los progenitores superan las 10 horas fuera del hogar, por lo tanto el tiempo que tiene la familia para compartir es por períodos cortos. En estos momentos en se permite a los niños y jóvenes realizar las actividades que deseen, pues los padres se sienten culpables de pasar poco tiempo con sus hijos a causa de todo el tiempo que pasan en sus trabajos, pero al mismo tiempo tienen conciencia de que deben cumplir con esos horarios para poder sostener la vida que quieren para ellos y sus familias. En este punto tiene una fuerte implicancia la actual economía de libre mercado, pues quien tiene más recursos económicos (salario) puede optar a una mejor calidad de vida y satisfacer así sus necesidades.
La hipótesis presentada se sustenta entonces en una explicación realista del fenómeno observado, por lo tanto se puede afirmar que una de las posibles causas de la ausencia de los padres en el proceso educativo de sus hijos corresponde a la extensa jornada laboral, hipótesis verosímil pero no verdadera en su totalidad porque puede ocurrir también que otra de las causas sea la creciente aparición de las familias monoparentales y no lo presentado antes. Por lo tanto, se puede afirmar con certeza que toda argumentación que se entregue al problema planteado, desde el paradigma explicativo será considerada una posibilidad y no la verdad absoluta; elemento que por lo cierto ayuda en la construcción de la explicación.
